
El proyecto avanza y el pulso se vuelve térmico. En esta etapa, las acuarelas registran cómo cambia la emoción cuando cambian el calor y la luz. FUEGO (Capítulo 4) y SOL (Capítulo 5) conforman un díptico sensible: primero la combustión interna que enciende la escena; luego, la claridad que la ordena.
Capítulo 4 — FUEGO
Estas tres acuarelas exploran el fuego como estado emocional. No todas las llamas arden igual: chispa, brasa y fogata son modos de presencia. Entre luces y sombras, el calor define rutas y deseos; cauteriza lo que duele, acompaña lo que crece, ilumina lo que pide ser visto. La paleta sube de temperatura —rojos encendidos, naranjas densos, tierras profundas— y el agua de la acuarela se comporta como humo: bordes difusos, veladuras que respiran. Aquí, el fuego no es un objeto; es un ritmo que guía la mirada y marca la intensidad del gesto.
Capítulo 5 — SOL
En estas tres obras, el sol asume el papel de protagonista compositivo. Entra por un marco, recorta figuras, desplaza objetos; estira sombras, enciende amarillos, apaga azules. La luz dibuja el tiempo: mañana tibia, tarde que se expande, atardecer que baja el volumen. La escena se reorganiza según la dirección del rayo y la fuerza del reflejo. La acuarela responde con transparencias y reservas de papel, dejando respiraderos blancos donde la luz cae más pura. El resultado es una cartografía simple y precisa: cuando la luz cambia, el ánimo también.
Por qué coleccionar estas acuarelas:
FUEGO y SOL construyen una lectura complementaria: temperatura y claridad, impulso y enfoque. Son capítulos clave para entender el arco de “30 días con Tranquilo”, y funcionan tanto como piezas independientes como en conjunto. Si buscas obra con relato, estas seis acuarelas conectan emoción y técnica en su forma más directa.
Disponibilidad: originales firmados con certificado y opción de print 50×70 con certificado (sin marco). Envíos internacionales.
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